Monday, March 8, 2010

Elena de Céspedes


AGUSTÍN SÁNCHEZ VIDAL ESCRITOR

"Elena de Céspedes fue hermafrodita, mulata y esclava, un personaje así sólo se descubre una vez en la vida"

Agustín Sánchez Vidal encontró por casualidad la historia real de un personaje con el que cualquier novelista se frotaría las manos. Elena de Céspedes, o Eleno, fue una hermafrodita que vivió en el siglo XVI, una mulata perseguida y acusada ante un tribunal de lesbianismo

MARÍA R. ARANGUREN - Lunes, 8 de Marzo de 2010 - Actualizado a las 07:34h.

BILBAO. Agustín Sánchez Vidal es catedrático emérito en la Universidad de Zaragoza, donde se doctoró con una tesis sobre Miguel Hernández, y ha ejercido la docencia tanto en Literatura Española como en Cine y Otros Medios Audiovisuales. Guionista de cine y televisión, ha colaborado con realizadores como Carlos Saura.

¿Cómo se encontró con esta magnífica historia que relata en "Esclava de nadie"?

Fue una casualidad. En 1998 estaba preparando mi primera novela y necesitaba encontrar un juicio inquisitorial que transcurriera en Toledo y que sucediera aproximadamente en 1580. Acudí al Archivo Histórico Nacional de Madrid y ahí me encontré con este caso que no lo había buscado pero que me llamó muchísimo la atención. Dentro del propio proceso inquisitorial, el acusado o la acusada describe su vida. Cuando la leí pensé que algún día la convertiría en novela.

¿Fue una casualidad?

Sí, y esto es algo que pasa una vez en la vida, porque es un personaje de semejante interés que lo lógico es que tuviera dedicadas no sólo una novela sino varias, o incluso alguna película. Es un caso más llamativo que el que todos tenemos en la cabeza, el de la monja Catalina de Erauso, que también fue una mujer soldado. Elena de Céspedes, además de ser soldado, fue cirujano y tuvo relaciones tanto con hombres como con mujeres.

¿Qué más tuvo de particular su vida?

El hecho de que fuera hermafrodita ya es un hecho llamativo pero hay una serie de elementos añadidos que hacen el personaje más interesante, más conflictivo y dramático. El conflicto es el motor de toda buena historia y este es un personaje que nace esclavo. Curiosamente, nosotros ligamos la esclavitud a Norteamérica, a la cabaña del tío Tom e incluso quizá a nuestras propias colonias, pero no a la Península. Elena de Céspedes fue mulata, hija de esclava africana. Incluso le marcaron la cara con hierros para que no se olvidara de a quién pertenecía. Además, vivió en Alhama de Granada, un enclave estratégico porque era por donde pasaba el camino desde Granada capital hasta Málaga, de manera que Alhama era un reducto en el que hay una guerra permanente y en el que los moriscos están muy vigilados. Además de parecer morisca y ser esclava, cuando da a luz a su primer hijo, se produce un cambio en su cuerpo muy fuerte. Ella dice que a la vez que parió un niño parió un pene, y es verdad. A partir de este hecho, comienza a tener relaciones con mujeres.

Se trata de una mujer que lucha constantemente por su libertad, ¿era esto corriente en la época?

No era corriente en absoluto. En ese momento la mujer tenía una libertad de movimientos muy constreñida. Al final de su vida le acusan de lesbianismo y ella lo que trata de demostrar es que tiene atributos masculinos. Ella no tuvo una identidad definida. Hay una parte del libro que se titula La Frontera porque ella vive en Jerez de la Frontera, en Arcos de la Frontera, en Morón de la Frontera, en ciudades que se llaman así porque es donde se estabilizó la frontera entre moros y cristianos. Pero no sólo lo he titulado una parte así por eso, sino porque es una circunstancia que pasa por su propia identidad. ¿Dónde están las fronteras de Elena? Eso me parece mucho más duro.

¿Qué se documenta en los archivos que encontró exactamente?

Son transcripciones literales de dos juicios en los que intervienen varios escribanos. Son interrogatorios muy exhaustivos en los que intervienen hasta 200 personas. Los testimonios te dan una cantidad de detalles increíbles, unos pormenores muy escabrosos. El sexo de la mujer es el que va a determinar el juicio. Que se establezcan unos caracteres o una naturaleza sexual u otra va a depender que la acusación tenga sentido, una acusación muy grande porque el lesbianismo o la sodomía estaban penados con la hoguera, con lo cual estaba jugándose la vida suya y la de su mujer.

¿Cómo se planteó el lenguaje?

Durante 20 años fui profesor de literatura y esto me obligó a leer de una forma sistemática, algo que sólo hacemos los profesionales. Cuando lees sistemáticamente, sigues generalmente un orden cronológico, así que sabes cuál es la lengua del momento, sabes a qué obedece, sabes si ha entrado una racha de influjo italiano o una racha de influjo cultural que viene a lo mejor de Francia. El año del nacimiento de la protagonista es 1545, el año que se publica El lazarillo de Tormes, una piedra angular de la narrativa no sólo castellana sino mundial. Es el tipo de lectura que la gente estaba haciendo en la época en la que crece ella. Además, tuve la enorme ventaja de contar con transcripciones literales que me permitían escuchar a los personajes. Mi tarea ha consistido en calcular hasta qué punto el lector actual iba a tener problemas con determinadas palabras o construcciones. En cualquier caso, El lazarillo de Tormes no necesita notas a pie de página. El lenguaje se complica después con elGuzmán de Alfarache y El Buscón de Quevedo.

¿Se sirvió de otras fuentes?

Hay un momento en que la protagonista se tiene que mover entre rufianes y putas, en el mundo del hampa, y hay una novela estupenda que me ayudó muchísimo. Se trata de La lozana andaluza de Francisco Delicado. En esa obra escuchas a una prostituta hablar crudamente de sexo y de otros aspectos. También hay tres autores extraordinarios que escribieron sobre la guerra con los moriscos. Ginés Pérez de Hita, que pasa por ser inventor de la novela histórica, Diego Hurtado de Mendoza y Márcol Carvajal. Los tres ofrecen detalles muy precisos.

¿Es una novela sobre la identidad?

Ésa es la clave. Creo que habría sido un error encontrarte un caso como éste e intentar sacar punta, exagerar y salir al encuentro del lector con lo más llamativo, lo más aparatoso y perder de vista que se trata de una persona. Si hubiera cometido ese error, que creo que no he cometido, habría convertido a Elena de Céspedes en un número de barraca de feria. Es mulata, vive en un ambiente de moriscos, es hermafrodita, la gustan las mujeres, pero detrás de todas esas circunstancias hay un ser humano que busca lo que todas las personas. Además, en esa época el humanismo todavía no se ha extinguido. Todavía se piensa que el destino de una persona no tiene que estar en manos de los dioses, sino en sus propias manos.

¿Le ha supuesto una responsabilidad recrear esta historia?

Me he divertido muchísimo. Que te caiga algo así es una lotería. Lo que ocurre es que ahora da pereza tener que inventártelo todo. Cuando trabajas en un caso real te viene dada toda la historia. Ahora da pereza salir otra vez a la intemperie sin unos agarraderos como estos, y va a tener que ser así.

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